Ni sirena ni ballena, simplemente mujer!

Hoy les traigo una pequeña historia, pero atención, a pesar de ser pequeña tiene un gran sentido. Los invito a leerla...

La modelo de la imagen es Tara Lynn. Esta foto salió publicada en la revista Elle France el 26 de marzo de 2010. El autor de la fotografía es David Oldham. Esta bellísima fotografía nos permitirá enfocarnos en nuestra historia que se titula así:

"¿SIRENA O BALLENA?"
Hace algún tiempo a la entrada de un gimnasio se podía ver un cartel con la foto de una chica de físico espectacular con el escrito: "Este verano, ¿quieres ser sirena o ballena?" Se cuenta que una mujer, de la que no conocemos su aspecto físico, respondió a esta pregunta de la siguiente manera: "Estimados señores: las ballenas están siempre rodeadas de amigos (delfines, focas, humanos curiosos, entre otros), tienen una vida sexual muy activa y crían a sus pequeños con mucho cariño. Se divierten como locas con los delfines y comen gambas hasta empacharse. Nadan todo el día y viajan hasta lugares fantásticos como la Patagonia, el mar de Barens o las barreras coralinas de Polinesia. Cantan estupendamente y algunas veces hasta graban CDs. Son animales impresionantes y muy queridos, a los que se defiende y admira en todo el mundo. Las sirenas no existen. Pero si existieran harían cola en la consulta del psicólogo debido a un problema de desdoblamiento de la personalidad, ¿mujer o pescado? No tendrían vida sexual y no podrían tener hijos. Serian graciosas, es cierto, pero solitarias y tristes. Y además, ¿quien querría a su lado una chica que huele a pescado? Sin lugar a dudas, yo prefiero ser una ballena... En una época en la que los medios de comunicación nos meten en la cabeza que solo las delgadas son bellas, yo prefiero comerme un helado con mis hijos, cenar con mi marido, comer y beber y divertirme con mis amigas. ¿Ustedes?"

 Esa es nuestra pregunta para hoy; ¿qué queremos ser? ¿o qué pensamiento queremos tener?
No nos dejemos llevar por la ideología de la televisión; no sólo las mujeres delgadas son bellas ♥ . 

El tren de la vida

Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, de alertas falsas y verdaderas, con algunas subidas y bajadas tristes, con subidas y bajadas de alegría.


Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres que nos harán conocer el gran" viaje" hasta alguna parte del camino, creemos que siempre viajarán a nuestro lado… Pero lamentablemente en alguna estación ellos se bajarán, y nosotros nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable...  Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje continuará.

Conoceremos a otras interesantes personas, durante la larga travesía. Subirán nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.

En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados y
ni siquiera nos daremos cuenta cuando desocupen sus asientos. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan. 

Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, alegrías, penas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo seguramente. Alguien nos entenderá y ayudará. 

El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocará descender. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.
A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia? Sólo sé que me hará feliz pensar que colaboré para que muchas personas crecieran, realizaran sus sueños y permanecieran en este tren hasta la estación final.
 
Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿Quién será?. Saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros. Agradezco a Dios por darme la oportunidad de realizar este viaje, y sólo espero poder realizarlo de la mejor manera.
 

“Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida”

Capítulo 1: Carpe Diem

Carpe Diem... ¿Por qué mi blog se titula así? Simplemente porque para mí "CARPE DIEM" es como una filosofía de vida. El significado de esa palabra, lejos de ser el de "vivir el aquí y el ahora” como muchos lo piensan, más bien es “hacer que el día cuente”. Aunque de alguna manera ambos conceptos estaán muy relacionados, son totalmente distintos. Los dos se refieren a que debemos vivir, claro. Pero el primero nos habla de vivir cada momento conscientes de nosotros mismos, y el segundo de hacer que cuente el día, de hacer que cada día sea único, que valga la pena de haberlo vivido.

Me pregunto, ¿Cuántas veces hemos vivido un día sin esforzarnos a tope por lograr algo, por avanzar, por hacer que las cosas sucedan?... Nos puede suceder fácilmente si no estamos conscientes de que debemos ponernos metas y luchar cada día que pasa por cumplirlas, en eso se basa la vida, la buena vida.

Por eso Carpe Diem para mí es especial. Me invita a preguntarme muchas cosas, ¿estoy contenta con lo que hago?, ¿estoy enamorada de la vida?, ¿soy feliz?, ¿disfruto mi día a día?, ¿comparto mi alegría?... Quizás son preguntas simples, pero ¿por qué nos resulta tan difícil encontrarle una respuesta?.
 
Cada día es único e irrepetible, debemos esforzarnos por no caer en la rutina, porque muchas veces el trajín del día nos lleva hasta allá y lamentablemente terminamos perdiéndole el "gustito" a algo tan maravilloso como es la vida.

A veces nos cuesta tomar consciencia de que nunca habrá un día igual al anterior, por eso debemos sentirlo y disfrutarlo a la plenitud. Pero, ¿qué es sentirlo y disfrutarlo? Al decir “sentirlo”, me refiero a recapacitar sobre nuestra persona, dar lo mejor de ella, tomarse un momento cada día para pensar un poco en "qué estoy haciendo mal” y tratar de mejorar lo que nos impide crecer. Al expresar “disfrutarlo”, quiero decir que no debemos sentirnos mal constantemente por situaciones que puedan afectarnos emocionalmente, porque son pruebas que se interponen entre nosotros y nuestro largo transitar. Está en cada uno de nosotros el querer progresar, madurar, aprender y conocer; y poder levantar la frente en alto y decir "lo he logrado, con mucho esfuerzo, pero lo he logrado".

Me parece que para lograr algo importante en la vida -pero sobre todo para ser feliz- hay que encontrar  nuestra vocación y dedicarnos de lleno a ello. Solamente así podremos dedicarnos a la tarea con la pasión necesaria para cambiar las cosas, para imprimir nuestro sello, para hacer que nuestro paso por esta vida no sea intrascendente. De esa manera, habrá que bosquejar nuestro proyecto de vida, tener una visión de a dónde queremos llegar, de cómo queremos estar, en cinco o en diez años más, y luchar todos los días para alcanzar la meta, para que cada día al levantarnos digamos “Carpe diem” y entregarnos a la tarea con la confianza y la alegría de que al terminar la jornada nos recostemos a descansar con la covicción de que hicimos que ese día en particular realmente contara.


Loreto Catalán